Interesante argumento el que nos presenta Ray Bradbury en esta novela. Miedo da pensar que en un futuro pueda llega a ocurrir esto.
En esta sociedad autoritaria que se nos presenta, el Cuerpo de Bomberos se ha convertido en una especie de nueva policía al servicio del Gobierno, cuya función es crear el fuego en vez de combatirlo. Ha sustituido la manguera por el lanzallamas para quemar y destruir libros. Su misión es acabar con el patrimonio literario de la humanidad, que, según el gobierno del momento, impide que el pueblo alcance la felicidad.
Que la gente no piense, que actúe mecánicamente, es lo que esta sociedad pretende. Sólo mediante esta falta de libertad de pensamiento el ser humano puede alcanzar la felicidad. Pero eso implica que hay que tener a la gente continuamente entretenida, y para ello se utiliza una variedad de la televisión: paredes enteras ocupadas con pantallas gigantes que emiten continuamente folletines en los que el espectador puede interactuar (hay que tener en cuenta que el libro está escrito en el año 1953, en pleno auge y expansión de la televisión).
Guy Montag, el protagonista principal de nuestra novela, es un bombero con una vida aburrida, al que aparentemente le gusta su oficio: el olor al queroseno, el fuego…, pero tras conocer a la joven Clarisse, una “antisocial” que vive cerca de su casa, algo en su interior se va despertando, algo que no puede frenar.
Esta novela es todo un homenaje a nuestros amigos los libros. Una obra que invita a la reflexión.
Según nos cuenta el propio Ray Bradbury en el postfacio del libro, éste fue escrito en las profundidades del campus de la UCLA, en una sala de mecanografía con máquinas de escribir de alquiler a 10 centavos la media hora. Costó mucho encontrar quien lo publicase, nadie quería arriesgarse con una novela que tratara de la censura, futura, presente o pasada. Finalmente, un joven editor de Chicago, escaso de dinero pero visionario, vio el manuscrito y lo compró por cuatrocientos cincuenta dólares, que era todo lo que tenía. Lo publicaría en los números dos, tres y cuatro de la revista que estaba a punto de lanzar. El joven era Hugh Hefner, y la revista era Playboy, que llegó durante el invierno de 1953 a 1954 para escandalizar al mundo.
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