Audrey Kawasaki es una artista plástica estadounidense con raíces japonesas, cuya obra borra la línea entre inocencia y erotismo.
La obra de Audrey Kawasaki (1982) es, aparentemente, atemporal. Cierto, nació en Estados Unidos, pero su estilo y temática remiten al antiguo Japón, cuando la sexualidad no era un tema tabú. En el país del sol naciente, la homo y la bisexualidad no eran vistos como algo deleznable, sino como algo común, junto con la prostitución.
Para esta creativa las raíces asiáticas que tiene son una inspiración y un modo de vida, lo que expresa a través de sus delicadas pinceladas. Su obra ha sido calificada como contradictoria porque muestra, por un lado, la inocencia y dulzura de la adolescencia y juventud; mientras por el otro retrata la sensualidad y erotismo de estas jóvenes mujeres.
Sus influencias pictóricas van del Art Nouveau a los cómics manga y logra una fusión coherente y deleitosa que invita al espectador a perderse en la imaginación única de la artista. En su imaginario ambivalente se unen la seducción con la melancolía, el misterio con la certeza y los sentidos con las ideas.
Desde que Audrey era niña su pasión por la plástica fue, evidente, con sus dibujos manga. Durante la secundaria tomó clases privadas de pintura y finalmente estudió Bellas Artes en Instituto Pratt, en Nueva York. No obstante, decidió abandonar dicha escuela, pues su estilo ilustrativo no era compatible con la escena conceptual de La gran manzana.
El soporte preferido para la artista es la madera, pues prefiere su textura y color, a la blancura de los lienzos. Una de sus peculiaridades es que la artista asegura que en todas sus pinturas representa a la misma chica, retratada de diferentes maneras.
La obra de Kawasaki tiene una amplia aceptación por el público mundial, y sus creaciones pueden ser vistas en tatuajes, stickers, estampados y hasta protectores para dispositivos electrónicos.
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